Las experiencias nos modifican, es una obviedad. Las sinceridades que ponemos sobre la mesa nos llevan a un reciclaje de dudas que nos tranquiliza. ¿Qué somos después de haber sido? Renacemos de las consecuencias, esas inevitables que somos por meras causalidades.
Esta es una invitación formal para formar parte de la historia genuina con la que vivimos y convivimos. Es la exposición de la transformación de un sentimiento recurrente y cotidiano.
Inevitablemente, la luz expone nuestra sombra y de ella no podemos escapar.